martes, 25 de enero de 2011

INSTANTES

   Me levante temprano a la mañana, como todas las mañanas desde hace casi diez años. En la habitación de siempre, la cama de siempre me sonreía, invitándome, indecente, a sumergirme entre esas sabanas blancas que aun estaban tibias. Dije un no con poca convicción, y tu imagen me devolvió con certeza, ese gesto tuyo, pero que es mio, que estaba próxima a sucumbir a la tentacion de aquellos pliegues que se me ofrecían inescrupulosamente.
   Intente liberarme de lo que debo o no debo hacer, y pudo mas mi sentido de responsabilidad, así que, camine unos pasos hacia la puerta. Cuando estuve a punto de abrirla, el espejo te coloco nuevamente frente a mi y te vi guiñandome un ojo, con el desparpajo de un casanova.
   La puerta se abrió y me encandilo el sol de la mañana; entonces, me di cuenta que la cabeza se me hacia pedazos del dolor y así, no podría enfrentar el día.
   Regrese a la habitación que seguía a media luz, y me hundí en los pliegues de esas sabanas blancas que aun estaban tibias, y nos perdimos en un abrazo interminable y cálido, hasta la hora del mediodía.                                                                                                                                                    

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